lunes, 22 de noviembre de 2010

La Abstraccion

Seleccionamos a través de la abstracción
 
No retenemos la totalidad de un suceso, sino solo aquellos aspectos que consideramos significativos, dejando de lado el resto. Por lo tanto, debemos tener presente que nuestra percepción ignora partes importantes de lo que ocurre, ya que inconscientemente no las hemos considerado necesarias para comprender y evaluar ese hecho. Tomar conciencia de los procesos de abstracción puede ayudarnos a reforzar el mecanismo de selección perceptiva y, de paso, a resolver y clarificar algunos de los problemas interpersonales y personales que nacen de esta inevitable aprehensión sesgada de la realidad.

Reglas prácticas para manejar de forma efectiva los procesos de abstracción:

1. La percepción silenciosa. Pensamos con palabras. A cualquier experiencia sensorial interior que tengamos, rápidamente, le ponemos palabras. Vemos antes las imágenes evocadas por las palabras que la realidad misma.  
Cosa distinta es contemplar la realidad de forma interior y silenciosa. Nuestra experiencia sensitiva se modifica cuando la ponemos en palabras.
Si pensamos verbalmente, actuamos como observadores parciales, y solo vemos las palabras del lenguaje que utilizamos. Esto hace que sea prácticamente imposible la observación rigurosa y sin prejuicios.
Es bueno adoptar la actitud de ver, oír y sentir debidamente callándonos nuestra percepción.
Esto nos permite tener un contacto de mayor riqueza con lo vivido.

2. La acción diferida. Se trata de no reaccionar rápidamente a nuestras propias palabras y retardar la acción. Es una forma de resguardarse de ciertas reacciones provocadas por el significado de una palabra que ejerce un impacto sobre nuestro sistema neurológico emocional.
 A ciertas palabras le atribuimos un significado e intencionalidad que desencadena en el erebro límbico una reacción que escapa al control del neocórtex. Con la acción diferida, dejemos de reaccionar y en su lugar adoptamos decisiones racionales controladas por la reflexión.

Estos ejercicios tratan de que tomemos conciencia de que entre el estímulo y la acción existe un espacio de libertad personal que podemos utilizar para controlar nuestras emociones que nos llevan simplemente a reaccionar, y actuar como seres humanos responsables no sujetos a nuestras emociones primitivas.

Cuando reaccionamos a las palabras como un toro ante un trapo rojo, las palabras nos manejan a su
antojo: pueden herirnos, alegrarnos, irritarnos, alegrarnos, entristecernos...
 
Otro error frecuente es dar por sentado que hablamos el mismo lenguaje del interlocutor: creemos comprender rápidamente lo que la otra persona quería decirnos y decidimos basándonos en interpretaciones erróneas.

También solemos creer que nuestras palabras evocan las mismas sensaciones y están asociadas a imágenes idénticas en nuestros interlocutores. Como si toda la humanidad compartiese nuestro mismo sistema de creencias, experiencias, cultura y formación.
 
Hay que considerar que:
1. Nuestra comprensión de las cosas casi siempre es aproximada.
2. Nuestra respuesta, con frecuencia, no es la adecuada, con todas las consecuencias que ello tiene para nosotros mismos y para los demás.
3. A veces lamentamos nuestras reacciones a toro pasado.
4. Debemos asumir que nuestras decisiones no son verdaderas elecciones sino fruto de nuestras reacciones.
 
Vivir en el pasado
 
En lugar de reaccionar a la situación actual “aquí y ahora”, reaccionamos parcialmente a lo que recordamos de una situación pasada similar o reaccionamos anticipando una hipotética situación futura consecuencia de la actual.
 
La neurociencia ha llamado “marcadores somáticos” a los antiguos recuerdos, más o menos conscientes, que contaminan la situación presente y desencadenan emociones positivas o negativas. En muchos casos nos cuesta disociar tal o cual término de determinados contextos y contaminamos emocionalmente nuestra decisión, determinados por experiencias anteriores similares pero, probablemente, nunca iguales.
 
Aprender a mirar el mundo
 
Hay dos tipos de actitudes básicas con las que observamos el mundo:

La evaluación por definición
Ignoramos gran parte de la realidad presente, y de forma consciente o inconsciente, hacemos elecciones previas de definiciones verbales, clasificaciones, juicios, etc. Esto nos lleva a hacer descripciones que contienen datos incompletos, o datos falsos, derivados de interpretaciones a veces tendenciosas.
 
La evaluación extensionalConsideramos, en primer lugar, los datos del terreno, las observaciones, las investigaciones. Tenemos una visión analítica.

También debemos diferenciar entre observaciones e inferencias
 
Observaciones: son el resultado de nuestra percepción personal. Dependen de nuestra capacidad de observación (estado de salud, calidad de nuestros cinco sentidos, condiciones climáticas, etc. Inferencias: son decisiones que tomamos sobre los significados que damos a nuestras observaciones. Nos conducen a afirmaciones sobre lo que observamos y nos llevan a describir lo desconocido a partir de lo conocido.
 
Para evaluar sanamente una situación (tanto concerniente a nuestro mundo exterior como interior), es indispensable formularse la siguiente pregunta: ¿Qué constato, realmente, aquí y ahora? Confundir nuestras observaciones con nuestras inferencias falsea nuestro razonamiento y nuestras decisiones.
 
¿Cómo saber si estamos en ante una observación o ante una inferencia? 
Las inferencias suelen expresarse autoritariamente y dogmáticamente, en forma de juicios categóricos disfrazados de realidad absoluta, que se convierten a sí mismos en principios; solo la observación permite verificar realmente las cosas.
 
La observación es medible concretamente. Si fuese realizada por varias personas muy diferentes, todas podrían observar la misma cosa, a condición de disponer de una misma cualidad y de los mismos medios de observación. No es lo mismo decir “Este paquete es pesado” (inferencia), que “Este paquete pesa 5 kilos” (observación). Las inferencias dependen de nuestra visión del mundo, nuestras creencias, etc.
 
Las afirmaciones fruto de la observación solo pueden ser realizadas durante el momento de la observación y se atienen al hecho observado, sin ir más allá. El autor de la observación es la persona que observa. Las afirmaciones basadas en observaciones son medibles, descriptibles, percibidas por alguno de nuestros cinco sentidos.
 
Las afirmaciones fruto de la inferencia pueden realizarse en todo momento y ser realizadas por cualquiera. Solo presentan un grado de probabilidad. Son fruto de extrapolaciones, basadas en causas y efectos, irracionales y a menudo ilógicas. Dependen de la cultura y las creencias.

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